El año de La Legión:Nalbandian sacó chapa de maestro en dos semanas

En una temporada irregular para el tenis argentino, el cordobés se levantó de golpe bajo las órdenes de Jaite y se impuso en París y Madrid, con victorias sobre Federer y Nadal. Por su parte, Mónaco, ganador en Buenos Aires, realizó un gran trabajo e intentará consolidarse en 2008. Cañas volvió con todo, Chela sumó un título y Roitman fue la sorpresa. Sólo 15 días le alcanzaron a David Nalbandian para torcer una temporada que pintaba opaca y pobre. El cordobés, que arrancó el año entre los top ten y debido a sus malas actuaciones descendió hasta el puesto 26 del ranking mundial (18 de junio), tomó la importante decisión de enfocarse por completo en el tenis antes de viajar a los Estados Unidos para iniciar la gira sobre cemento y contrato a Martín Jaite como entrenador. La intención era clara: trabajar, trabajar y trabajar pera dar vuelta la historia y volver a los primeros planos. Y así fue. Luego de 16 meses de soledad y más frustraciones que alegrías, el unquillense se puso a las órdenes de un tipo experimentado, inteligente y dedicado, bajó varios kilos y mejoró notoriamente sus golpes, en especial el saque, que le permitió ganar muchos puntos gratis. De esta manera, encaró con otras expectativas los últimos meses y llegó al Masters Series de Madrid con bastante confianza: había quedado eliminado en cinco sets (6-3, 3-6, 4-6, 7-6 y 7-5) frente a David Ferrer en la tercera ronda del US Open, pero se había reencontrado con su mejor nivel. La imagen de David abrazando a su nuevo equipo entre lágrimas y levantando el codiciado y transparente trofeo del Masters Series español (superó sucesivamente a Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer) recorrió el planeta, aunque el momento clave para el regreso del Rey fue el triunfo en segunda ronda sobre Tomas Berdych, quien se encontraba 6-4 y 4-0 arriba y finalmente sucumbió frente a la garra del cordobés. Pasó Viena, sin pena ni gloria, y llegó París: otra vez el número uno, otra vez el dos y otra vez el puño apretado del argentino, que se adjudicó el certamen y volvió al puesto nueve del escalafón, que jamás tendría que haber abandonado. El 2008 lo espera con los brazos abiertos. Otra oportunidad para obtener el anhelado Grand Slam y la Copa Davis. Un capítulo totalmente diferente escribió Juan Mónaco, quien dejó atrás sus inseguridades, se adaptó al circuito, logró explotar y sacó a relucir su garra y su talento. El tandilense, de la mano de Francisco Mastelli, realizó una pretemporada durísima, cambió su físico y rápidamente encontró los resultados deseados: hizo cuartos en Auckland y Costa Do Sauipe y tocó el cielo con las manos al imponerse en Buenos Aires, ante su gente. También se coronó en Poertschach y Kitzbuhel, y realizó un buen papel en Roland Garros y el US Open. Otra opción para Alberto Mancini de cara al duelo frente a Gran Bretaña, en febrero. Por su parte, Guillermo Cañas arrancó el año en el puesto 142 del ranking y tras protagonizar una escalada soberbia, increíble y admirable, finalizó 15°. Inició con un título en el Challenger de San Pablo, colaboró con el equipo argentino en el duelo con Austria y se llevó el trofeo en Costa Do Sauipe. Después, lo mejor de su repertorio: venció a Federer en los Masters Series de Indian Wells y Miami, donde perdió en la final con Djokovic, llegó a la definición en Barcelona, donde cayó con Nadal, y avanzó hasta los cuartos de Roland Garros, donde se despidió frente a Nikolay Davydenko. También hizo semis en Umag y Metz. Lo de Juan Ignacio Chela, otro que se enfocó en el tenis y postergó otros compromisos, fue muy bueno. El Flaco, que se coronó en Acapulco, llegó a los cuartos de Indian Wells, Miami, Roma y el US Open, se consolidó entre los top 25 y afrontará un 2008 prometedor. Sergio Roitman merece un reconocimiento: ganó los Challengers de Szczecin, Prostejov y Buenos Aires, hizo cuartos en Kitzbuhel y Viña y alcanzó su mejor puesto ATP en octubre (62). En tanto, la tarea de Agustín Calleri fue aceptable en la primera mitad de la temporada, mientras que José Acasuso decepcionó.