6.5.07
GUILLERMO CAÑAS:Guerrero de los courts
Willy se recuperó de muchos momentos difíciles y ahora volvió a estar entre los mejores del mundo. Este año, le ganó dos veces a Federer, número uno del mundo, y alcanzó la final del Masters Series de Miami y Barcelona. "Fueron las dos victorias más importantes de mi vida", confesó el de Tapiales a la Revista Viva.
Cómo explicarlo sin que suene mal, si el tipo está tirado en una camilla en uno de los cuartos de su casa con el torso desnudo. Todavía conserva el bronceado y lo que sobresale es puro músculo. Su espalda bien trabajada, su cuerpo fibroso. Puede sonar redundante –al cabo es un deportista –, pero impresiona la contextura. Es de noche, el reloj marca las nueve menos cuarto, y en la habitación –que está pegada al comedor diario y a la cocina– no corre una gota de aire. Es el final del día para el protagonista de esta historia, que abrió los ojos a las 8 de la mañana, entrenó durante horas y tuvo que cortar el training a media tarde por una molestia en la boca que lo obligó a volar al dentista. El imprevisto dolor trastocó su agenda, las distintas citas se juntaron y –digámoslo así– se produjo una divertida congestión. Así es cómo, a la misma hora y en el mismo lugar, esperaban el ascensor cinco personas. Mirta y Luis, sus padres recién llegados de Tapiales: ella con una asadera con empanadas tapadas con un repasador y él, vestido de tenista; el masajista, al que apodan Pelado, afligido porque le habían robado el auto; su manager y amigo, Michael Ducote, y esta cronista. Todos con igual destino: el piso 25. Luego llegarán Roli y el Mudo, dos amigotes de Willy citados para la gran cena gran.
Faltaba él: Guillermo Ignacio Cañas –29 años, obrero del tenis, número 27 del mundo–, que llega después de soportar el temible torno en un canino. Serio, bolso al hombro, saluda y rumbea hacia su pieza. Mientras, Luis, que anda revoloteando por el living, habla de su hijo pródigo: "¿Qué te puedo decir de él? Que me está educando a mí. Es un divino. Ya de chiquito era un comprador con la gente, eso te lo puede decir Mirta, que iba en el colectivo con él, lo ponía paradito y Willy iba hablando con la gente. Es un tocado", dice con ojitos brillosos. Al hombre, de 60 años, le cuesta encontrarle defectos a su hijo. "Haceme quedar bien, Luis", grita desde otro ambiente Cañas junior. Al minuto, su manager invita a dejar el living blanco, con sillones y paredes blancas –tipo estudio de TV, impecable–, para entrar a un cuarto.Y ahí, despatarrado en una camilla, reposa quien hizo sufrir a Roger Federer, el imbatible número uno del mundo, ganándole dos veces con diferencia de 15 días (en Indian Wells y en Miami).
Cuesta creer que el hombre que ahora recibe un masaje reparador sea el mismo que en 2005 dio la cara con los ojos vidriosos para anunciarle al mundo que un control antidóping le había dado positivo. Ríe Cañas hoy; sabe de pasar buenas y malas, como también sabe de no tirar la toalla. Sabe, porque lo demostró, que sudando y peleándola uno puede ponerse cara a cara con
la revancha. Lo sabe de sobra porque tuvo varios frenos. Para empezar, tres operaciones en su muñeca derecha (y es diestro): la primera fue en el 2000, y lo alejó del circuito 8 meses; otra en el 2003, lo devolvió al quirófano (otros nueve meses de descanso no planificado). "Fueron momentos muy duros. Hoy puedo decir que los superé", sonríe. Mientras habla, su masajista le refriega su pierna derecha a fondo; tanto, que se escucha un sentido "Ayyyy".
¿Creés que todo lo que te pasó te sirvió para estar donde estás ahora?
Es difícil saber qué hubiera pasado... Creo que lo hubiera logrado igualmente, pero no sé de qué manera. Sí: las cosas malas me sirvieron para crecer. Lo único que sé es que cambié mucho.
¿En qué sentido?
En mi forma de apreciar lo que hago. Después de estar con esa sanción injusta quince meses fuera, hoy disfruto más. Luché mucho para volver a estar jugando. Y el hecho de estar fuera de la cancha lidiando tanto tiempo con abogados, me hizo apreciar lo que me gusta el deporte y lo que hago.
Para los que no recuerdan lo que pasó, a grosso modo las cosas fueron así. Era febrero del 2005: Cañas se presenta para jugar el Abierto Mexicano de Tenis, empieza con dolor de garganta, congestión nasal, y se hace ver. "Voy al médico porque tenía un resfrío y éste se confunde de medicamento y me da uno que tiene un diurético. Y el diurético da positivo. Está comprobado que tomé una sola toma. Esto está cien por ciento confirmado. Ahora, si vos me preguntás: '¿Hiciste algo mal?', te digo que no. Fui al médico del torneo. Mi único error es que no rechequeé lo que el médico oficial me había dado."
Y yo te pregunto, ¿tomaste algo que no debías alguna vez?
No.
¿Cómo se vive con un dóping positivo? ¿Te querías morir?
Tuvo algo positivo, que fue volver a despertarme en mi cama, a ver a mis amigos todos los días... Pero también hizo que pasara horas detrás de un escritorio con abogados, aunque en ningún momento dejé de entrenar. Estuve casi diez meses sin poder descansar bien: me dormía a cualquier hora, me levantaba, leía sobre los casos anteriores de dóping... Estaba loco con el tema; quería averiguar qué había pasado. Fueron varios meses difíciles y estoy feliz de que estén atrás.
¿Quiénes lo bancaron en la mala? "Michael, Ponch, que es mi preparador físico, mi ex novia (María Eugenia Pitu Salerni, ex tenista), que fue muy importante, mi familia y mis amigos. Y los argentinos, que para mí fueron muy especiales. Siempre me bancaron."
Vamos... Alguno también habrá dicho: 'Qué bobo'. O 'qué macana se mandó este chico'.
Yo no lo sentí. Si alguno pensó eso, no me enteré. Tanto en mi carrera como en mi vida siempre fui muy claro, nunca traté de ocultar nada. Y una de las victorias más grandes que tuve fue comprobar en el CAS (Court of Arbitration of Sports), el segundo arbitraje con un tribunal independiente, que todo lo que yo había dicho era cierto. Me dieron la razón (N. de R: El primer arbitraje fue hecho por la Asociación de Tenis Profesional y lo habían tratado de mentiroso). Para mí fue un placer brindarle eso a la gente que había confiado en mí de entrada.
¿No pensaste en demandar al médico?
Pensás de todo... Pero no lo hice. Sigo con el tema judicial. Lo primero que me interesa es limpiar mi imagen. Y día a día lo estoy haciendo en todos los ámbitos.
ENTRE HOMERO Y LA RANA RENE
Willy cambia de posición y el Pelado le sigue estirando las extremidades (lo trata por un desgarro). Aparece el manager con bebidas. El ambiente huele a gel deportivo y el calor se hace más intenso. Pegado a la camilla, llama la atención un sillón lleno de peluches: personajes de Scooby-Doo, de Los Simpson (tira que lo fanatiza), de los Muppets, algunos de Disney... "Hace 4 años que los empecé a coleccionar y tengo cuarenta. A ese Patricio –por la estrella de mar de Bob Esponja– gigante me lo traje en el avión. Como me dio vergüenza, dije que era para mi sobrinito", confiesa pícaro.
¿Jugás con los muñequitos?
No. Los traigo, los tiro ahí y nunca más los toco. Sagitariano, llegó al mundo el 25 de noviembre de 1977 en la localidad de Tapiales, provincia de Buenos Aires. Siete años después nació Fernanda, su única hermana. Crecieron con los mimos de la abuela Blanca, que los cuidaba por las tardes mientras los papás atendían el autoservicio de la familia. Los domingos era el día del deporte: Willy hacía tenis y fútbol. A los 7 custodiaba el arco con hidalguía y le daba con ganas a la raqueta. Luis, su coach, lo retaba cuando tiraba la pelota fuera de la cancha. Le exigía. ¿Demasiada presión para un niño?
"No, creo que lo disfrutaba, porque si no, no hubiera seguido. Además en un momento me tuve que decidir y me quedé con el tenis. Mi viejo era el fanático número uno y me empujaba cuando no tenía ganas de ir. Hoy se lo agradezco", dice. Ya en la adolescencia demostró que tenía cierto potencial al alcanzar los cuartos de final del campeonato de Wimbledon de 1995. Ese año empezó a jugar profesionalmente. A fines del '96, ganó su primer challenger en Chile, y en abril del '98 pudo entrar al top 100 del ranking mundial de la ATP. Tres años después alcanzó su primera final importante en Orlando y consiguió una resonante victoria sobre el británico Tim Henman (5 del mundo en ese entonces) en la primera ronda del US Open. Y a partir del 2000 jugó poco por las malditas lesiones en la muñeca.
En esa época se decía que no cerrabas los partidos y que tu nombre era sinónimo de "flojito". ..
Fueron también momentos duros. Una de las peores sensaciones dentro de una cancha fue un partido que no cerré en Copa Davis, mi debut en Venezuela.
¿Te faltaba concentración?
(Piensa.) No sé. Creo que me ponía muy nervioso a la hora de definir partidos importantes. Después, al madurar, crecer y aprender a resolver situaciones, empecé a cerrarlos.
¿Te bancás las críticas?
Me las banco si son realistas.
VOLVER A EMPEZAR
Lo cierto es que a los 28 años volvió a arrancar literalmente de cero. Cañas regresó al circuito el 12 de septiembre del 2006 y está en el puesto número 27. ¿Revancha? "No sé si es la palabra justa. Es difícil expresarlo. Yo lo que quiero es tratar de estar donde creo que me lo merecía. Estos últimos 7 meses fueron increíbles. Yo pensaba terminar el año entre los 20 mejores y muchos pensaban que estaba loco."
Las victorias con Federer te vinieron bárbaro. ¿Creías que podías ganarle?
La primera estaba confiado porque venía jugando bien. Tranquilo, porque tenía muchas chances de perder, pero algunas de ganar. Antes de jugar me llamó mi manager y le dije: "Quedate tranquilo que gano seguro". Después, en la cancha, quería ganarle por lo menos un game. Pensaba: "No puedo perder 6-0, 6- 0". Y se me dio. Miami fue totalmente diferente: ya sabía que podía ganarle. Fueron las dos victorias más importantes de mi vida.
¿Qué onda tenés con el suizo?
Cero. Un "Hola" y se cortaba ahí. Después de lo de Miami hablamos un poquito más. Pero nunca tuve relación, nunca tuve feeling con él.
Pero no hay que meter a todos en la misma bolsa. "De afuera, tengo amistad con Moyá, Ferrero y con todos los latinos: González, Massú, Lapenti. ¿Con Nadal? Bien." De los argentinos, dice que Acasuso, Zabaleta y Chela son sus amigos. "Con David –por Nalbandian– me llevo bien; lo que pasa es que vive en Córdoba... Con los demás vamos seguido a cenar", cuenta y sigue: "Con Gaudio tengo una relación laboral y con Calleri, todo bien."
¿Faltó química con Nalbandian en la Copa Davis?
Para nada. Con David tenemos una relación increíble. Dice Cañas que la competencia lo motiva. "No podría vivir sin esa adrenalina. Todos somos profesionales y queremos dar lo máximo en la cancha, pero cuando termina el partido, terminó. La bronca es normal, pero te dura un ratito y ya", apunta el chico que este año cumplirá 30 (pero sin crisis a la vista).
¿Te psicoanalizás?
Hice dos años con un varón, después con una mujer y dejé. Pero volvería porque me hizo bien.
Sigue llegando gente al dúplex de Belgrano. El que ahora saluda es Roli, un vecino. El masajista no le da tregua; ahora está estirándole los brazos. Cañas seguirá gimiendo cada tanto, pero focalizado en la entrevista. No es muy amo de casa, y lo asume. Rosa es quien limpia y ordena todo tres veces por semana. A la vez, su mejor amigo tiene un rol especial: "Maxi me usa la casa. Tiene las llaves y la habitación de al lado es de él", confía Willy. La heladera se llena poco: "Por suerte tengo un supermercadito acá enfrente que me salva la vida". Cuando está en Buenos Aires suele comer por Las Cañitas o en algún bar. Ah, va muy cada tanto al cine porque en verdad... ¡tiene sala propia en la casa! y una gran videoteca: "Me compro muchas pelis y veo todo, menos de terror", señala. Si prende la tele, se clava en los deportes y no está detrás de la actualidad: "No soy de leer ni los diarios deportivos, ni de informarme mucho", confiesa.
¿Y qué es lo negativo de ser tenista?
Lo aburrido pasa por los tiempos que tenés. A veces hay que cuidarse por los torneos. Igual, no me gusta tomar mucho.
Lo que sí lo desvela son los dulces. De eso no se priva. Es fanático del dulce de leche en todas sus variedades. Pero cuando viaja, se abstiene. Después del dóping, se habituó a estar pendiente de cada cosa que se lleva a la boca: "Y llevo siempre un botiquín con antibióticos y remedios por si me duele la garganta o la cabeza". Suele armar dos valijas: una llena de zapatillas (¡calza 47!) y la otra, con ropa deportiva, jeans y remeras. Como cábala usa el mismo modelo de remera en todos los partidos; los shorts, que parecen irle ajustados, a él no le molestan. Se perfuma con Code de Armani –cuando se acuerda– y no le simpatizan las camisas ni los zapatos. Del cuello le cuelgan tres cosas: un collar medio hippie, que nunca se saca; una cruz de oro, que le regaló la mamá; y una raquetita de tenis, obsequio de su prima y sobrina. Lleva estampado en el bíceps derecho un vikingo y hay alguien que lo acompaña siempre: "Es mi Blackberry, mi nueva novia hace cinco meses", cancherea en relación a su celular multifunción.
¡Cómo! ¿No salís con una modelo, como muchos tenistas? (Ejemplo: Mónaco con Luisana Lopilato.)
(Risas.) No, estoy soltero.
¿Te encaran más las chicas?
La verdad es que no me pasó. Chan. En serio: debo ser feo.
No es fácil tocar el tema mujeres. Sólo menciona que le gusta Scarlett Johansson y admite que Kournikova es más linda que Sharapova: "Vos querés meterme en un quilombo grosso. Mi ex novia fue tenista 5 años". Sigue cayendo gente al baile. El masajista se lava las manos, algunos amigos apremian y las empanadas se enfrían. Es hora de irse.
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