25.12.06

Un Mago autocrítico y frontal

"Tomé riesgos y cuando uno está arriba, lo recomendable es no cambiar nada", dijo Guillermo Coria, que trabaja para recuperar su mejor forma. En la enorme casa junto al mar o en el Cariló Tennis Ranch, Guillermo Coria estaba lejos de estar solo: Carla, su esposa, era su ladera. También lo acompañaba su hermano Román, su amigo Julián y su cuerpo técnico, con el preparador físico Jorge Trevisán y su flamante coach, Hernán Gumy. Esta fue la familia que apoyó al Mago durante los diez días que estuvo en esta tranquila ciudad, que ayer abandonó para pasar la Navidad en Venado Tuerto. La rutina de cuatro turnos incluyó trabajos aeróbicos y tenis por la mañana; pesas y otra vez tenis por la tarde. Durante las prácticas, Guillermo no hablaba mucho, estaba concentrado en los trabajos. Escuchaba a su entrenador, que tampoco es de hablar todo el tiempo, sino lo justo para corregir los movimientos del Mago. Carla servía los mates para los de afuera. Adentro, Gumy alentaba y daba indicaciones. Al principio, los conos eran fundamentales para buscar profundidad y concentración; después, servían para ajustar la mira de Coria en el saque. Sacaba y sacaba, y por momentos lo hacía muy bien. Varios conos volaban, sobre todo cuando sacaba del lado de la ventaja. Gumy buscaba distintos ángulos, pasaba del lado donde estaba Guillermo y lo seguía mirando. "Sin pronación -un gesto técnico que se hace con los pies al sacar-, ahí", le decía, mientras Coria llevaba la cuenta de los servicios que iban a la red: "Dos", y no habría más. Gumy, insistía: "Si viene a la T, engañás. Amagá para allá y tirá para acá". Un rato más tarde estaría con LA NACION, sentado en la terraza del bar del club. Guillermo Coria, el que pasó del puesto N° 3 al 116°, empezaba a desgranar sus sensaciones después del peor año de su carrera y antes de iniciar el que espera sea el de su recuperación definitiva. -¿Cómo estás? -Bien, bien, estoy con ganas de volver a sentir esa adrenalina. Ya hace un mes y medio que estamos entrenándonos fuerte y todavía me queda hasta el 15 de enero para arrancar, a lo mejor en Chile (hay un par de challengers y tiene invitaciones para los ATP de Buenos Aires y Viña del Mar, pero no irá a Australia). Estamos tranquilos, tratando de manejar la ansiedad. -En todo este tiempo disfrutaste de muchas cosas que a veces no podés. -Hice una pretemporada ideal. Obviamente fue por los malos resultados y terminé el año antes. No es lo mejor terminar así, pero me vino bien. Cada momento que viví este año me llevó a tomar decisiones apresuradas. Cuando uno está desesperado, no se siente seguro de uno mismo, trata de buscar soluciones apresuradas. Este parate lo tendría que haber hecho antes y no haberme apurado tanto en la elección de algunos entrenadores. Con José Higueras yo me sentí increíble, pero no se pudo seguir porque él tenía sus proyectos y eso me afectó. Antes y después de eso tomé algunas decisiones apresuradas. Ahora siento que todo es diferente, que tengo todo bien organizado. -¿Qué cambió con Hernán? -Todo. Es muy estudioso. Estuvo viendo muchos videos de 2003, mi mejor año, para ver el tema del saque, algunos golpes y cosas que había dejado de hacer, para hacerme acordar las cosas que hacía. Quiero volver a ser el de 2003 y después mejorarlo. Algunos entrenadores que tuve me quisieron cambiar algunas cosas y es lógico, porque cada entrenador tiene su visión. Algunas me perjudicaron y otras me sirvieron. Ahora estamos tratando de armar todas las piezas. Estoy muy cómodo, siento una sensación diferente a la de otros entrenadores que tuve. -Vos, en su momento, apuntaste a ser más completo. -Sí, por eso los riesgos que tomé. Quise ser más agresivo, tener un saque más potente. Yo también soy responsable. Son riesgos que tomé y no me arrepiento. Pasé malos momentos, que me costaron muchas derrotas y haber perdido la confianza, pero lo hice buscando lo mejor. La conclusión es que cuando uno está arriba, entre los cinco mejores del mundo, lo recomendable es no cambiar nada. Te falta un pasito nada más, tener un cachito más de confianza, o jugártela un poco más. Pero cambiar la técnica de algunos golpes es muy arriesgado. -Ahora, ¿cómo está la confianza? -Si es por los entrenamientos, me siento increíble. Estuvimos jugando con Zabaleta y los dos estuvimos en un nivel muy bueno. Ojalá que la primera final sea entre los dos porque él tampoco tuvo un buen año y por el aprecio que le tengo. Espero que sea en Viña. -¿Sabés por qué te pasó todo esto? -A mí no me gustaba perder a nada y quería llegar lo más alto posible. En la Carrera estuve Nº 2 y si ganaba Roland Garros lo pasaba a Federer y sólo quedaba una mitad de año. Venía con un año espectacular, después pasó lo del hombro (lo operaron), que me afectó, porque por más que perdí la final de Roland Garros, a la semana siguiente hice final en s Hertogenbosch, cuando nunca había ganado un partido en césped y venía jugando muy bien. El hombro me sacó cinco meses, me perdí todo el año. A partir de ahí vino el cambio de entrenador, Perlas me hizo un par de cambios que, así como salieron mal, podrían haber salido bien. A veces yo escucho cuando dicen que la final de Roland Garros me afectó: lo que sí me afectó es la semifinal de la Copa Davis que perdimos en Eslovaquia. Mi motivación bajó bastante. Hasta entonces había hecho cuartos en el US Open, final en Pekín y título en Umag, pero a partir de la Davis me caí mucho. -¿Por qué te afectó tanto? -Por varias cosas. -Bueno, pero vos sabés que se habla de una pelea con Nalbandian. -Son cosas que quedan en mi grupo. No me gusta hacer públicos mis problemas. Por ahí lo escuché a Vilas decir que yo era muy cerrado, que no decía lo que me pasaba. Yo hablo con la gente que está conmigo todo el día para buscar la solución. Yo no voy a salir a decir que estoy deprimido o que soy el hombre más feliz del mundo. Las cosas quedan en mi grupo, ellos saben todas las razones de este bajón. Pero ya pasó y ahora hay que mirar para adelante, porque me siento totalmente diferente. -¿El bajón fue de lo tenístico a lo anímico o al revés? -Fue de lo anímico hacia lo tenístico, porque yo no me voy a olvidar de jugar de un año al otro. Fueron un montón de cosas, no sólo lo de la Copa Davis: yo desde los 13 años me fui de mi casa y no paré hasta ahora. El tenis me dio muchísimas cosas, pero me di cuenta de que también me sacó otras; por ahí no estuve cuando un amigo estuvo con algún problema. Ahora me di cuenta de que tengo la posibilidad de hacer lo que me gusta y parar cuando quiero, volver cuando quiero. Hoy estoy adentro de la cancha porque quiero y porque es lo que más me gusta hacer. -¿El saque fue un problema o un síntoma del problema? -Mi estado anímico se vio reflejado en un golpe y eso influyó en el resto de mi juego. Eso me llevó a tener un atrape terrible. Perdí la confianza completamente y ahora estamos trabajando para borrar todas esas secuelas. Quiero volver a ser el que fui. O mejor de lo que fui. -¿Siempre te sentiste jugador? -Sí, sí. Nunca bajé los brazos, no me daba vergüenza hacer 15 o 20 dobles faltas. Me hacía pasar malos momentos, pero nunca al punto de decir me cansé del tenis, lo odio, quiero dejar. Me di cuenta tarde de que necesitaba un parate. Todavía tengo muchas metas por delante, muchos objetivos por cumplir. Quiero retirarme el día que el cuerpo ya no me dé más y ya no sienta más este deporte como lo siento hasta ahora. -¿Sentís que ya tocaste fondo y sólo queda salir? -Sacar peor de lo que saqué, jugar peor de lo que jugué, no lo voy a hacer. Lo que venga de ahora en adelante va a ser todo mejor, aunque sé que me va a costar un par de meses volver a recuperar esa confianza, ganar partidos, hacer menos dobles faltas. -Cuando estabas por empezar con De la Peña decías que sentías que era la última oportunidad. ¿Qué cambió? -Estaba muy desesperado, veía que no encontraba soluciones, no estaba en condiciones de tomar decisiones, por eso me apresuré y la elección de Horacio no fue positiva. Ahí hice un click y dije: "¿Qué estoy haciendo?" Era mejor parar. Ese momento fue clave. El miedo al quirófano ya es una anécdota "¡Tenía un c... con la nariz! Pero me costaba mucho respirar y no podía jugar bien, me ahogaba enseguida, respiraba todo por la boca. Al final me arrepentí, porque sufrí como un perro... No, en serio, salió todo bien y me atendieron bárbaro. Además, fue para bien..., pero estaba con miedo", confesó Coria sobre su operación de adenoides.

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