17.2.06
Sacado: el adiós más duro de Coria
La desconfianza, encarnada en el síndrome de la doble falta --totalizó 12--, le jugó otra mala pasada y cayó por 7-5 y 6-2 ante el español Ramírez Hidalgo, 93ero del ranking
Muchas veces, el juego de un jugador se nutre de momentos; la confianza le agrega un plus a la solidez, a la posibilidad de arriesgar sin temores; por el contrario, la inseguridad conspira contra la consistencia y enciende las dudas, que se traducen casi siempre en errores.
Todo esto lo tiene muy claro Guillermo Coria, que a cada paso intenta salir de esa telaraña en la que está atrapado su juego. Desde hace un buen tiempo los altibajos forman parte de una constante en su tenis; el origen, harto conocido, son esas dobles faltas que se convierten en fantasmas y terminan por complicar ese juego que Coria intenta ordenar.
A veces, como sucedió el lunes último, ante el checo Jiri Vanek, la garra y el corazón pueden reemplazar la ausencia de la varita mágica para torcer la historia favorablemente; en otras ocasiones, no hay punto de retorno.
Eso fue lo que sucedió anoche, con una eliminación prematura en la segunda rueda de la Copa Telmex, frente al español Rubén Ramírez Hidalgo -93ero del ranking mundial- por 7-5 y 6-2, en 1h34m.
Coria, que había quedado como máximo favorito de este certamen tras la baja de David Nalbandian, nunca se había ido tan temprano de Buenos Aires, uno de sus torneos preferidos, del que fue campeón en 2004 y finalista en 2003. Pero los malos momentos no saben de estadísticas favorables, y ayer no hubo manera de evitar un traspié que no es sorpresivo, si se tienen en cuenta todos los factores que rodean esta actualidad de Coria. "Ahora, todos los partidos son difíciles para mí", había dicho Coria un par de días atrás, consciente de su situación.
En un Buenos Aires repleto, con la presencia de Guillermo Vilas -recibido con una ovación- en el palco, Coria salió a buscar el pase a los cuartos de final ante un adversario que había entrado como lucky loser (perdedor afortunado). El argentino arrancó con un quiebre, que incluyó una caída de Ramírez Hidalgo, que se torció un tobillo al tratar de llegar a la red.
Rápidamente, con algunos aciertos, incluidos algunos drops de su sello, se puso 3-1 y hasta tuvo una ventaja para volver a quebrar, pero el español salvó ese break con un ace y de inmediato aparecieron los problemas para el argentino. Coria perdió su servicio dos veces, de manera consecutiva, con sendas dobles faltas, y quedó 3-5; sacó a relucir su espíritu luchador y consiguió emparejar el resultado. Sin embargo, el primer set se le escapó en un game que incluyó? dos dobles faltas.
Coria pareció sentir el impacto. En pocos minutos, quedó rápidamente 0-3; esbozó una última reacción, pero una última doble falta, la 12» del match, lo dejó al borde del KO; no hubo regreso desde el 2-4, y un tiro ganador desde el fondo del español marcó el final y enmudeció el Buenos Aires. "Pido disculpas a la gente, porque lo que mostré no fue nada lindo para la gente que pagó la entrada. Ramírez se soltó cuando vio que yo no sacaba bien y fue un justo ganador", dijo el jugador de Venado Tuerto, en lo que acaso haya sido su despedida más dolorosa de la Catedral.
"Se hace difícil jugar cuando estás sin confianza en un golpe. El otro día estaba con mentalidad ganadora, pero esta vez no me sentía nada cómodo; ya a la mañana no me sentía seguro y para un top ten es duro mostrar un nivel así. Es un problema de confianza, no le encuentro otra explicación. De todos modos, pasé por momentos más difíciles y volví. Ahora hay que poner el pecho y seguir trabajando", agregó Coria.
Al margen del equipo de la Copa Davis, y sin entrenador fijo -en estos días lo ayuda Diego Moyano- tras la desvinculación del español Josep Perlas, Coria intenta encontrar la salida de su propio laberinto. Aun cuando su talento se percibe y de a ratos sale a la luz, lo cierto es que, en la noche del Buenos Aires, las sombras le volvieron a ganar la pulseada.
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