30.12.05

GUILLERMO CORIA:"En la Davis las peleas y las boludeces se dejan de lado"

El Mago habló a fondo sobre el sueño argentino. Minimizó las diferencias internas del equipo, pero admitió que existen; dijo que la semi fue positiva aunque a esta altura sólo sirve el título o la final. Vilas Club, 10.30, ya más de 30 grados de temperatura. Guillermo Coria, 23 años, Nø 8 del ATP, se entrena en una de las canchas de cemento, a los palazos contra José Acasuso. El Mago ya tiene la cabeza puesta en el 2006. El 6 de enero viajará rumbo a Australia, jugará la exhibición de Kooyong y luego, el Abierto australiano. Pero aún está acá y hay que aprovecharlo. Se ducha, come un plato de ñoquis del 29, bebe un agua y se sienta para un largo mano a mano con Olé. Habla del 2005, horas antes de que se escape, y destaca un hecho: el triunfo por la primera ronda de Copa Davis contra República Checa, en el Lawn Tennis. Su debut como local representando al país. "Viví los días más felices del circuito. Fue algo impresionante. Corearon mi nombre, le di los dos puntos al equipo...". —Después cambió la mano... —Me tocó jugar en superficies que no son mi fuerte, con Australia y Eslovaquia. Así y todo hice lo posible. Me habría gustado ganar el cuarto punto ante Eslovaquia, pero Hrbaty me superó muy bien. Sacando el tenis, creo que lo que se vive en la Copa no se vive en ningún lado. Uno se siente muy feliz, muy protegido, muy acompañado y eso es algo espectacular. —¿Cómo terminó todo tras la caída con Eslovaquia en semi? —Nos juntamos en una habitación en el hotel de Bratislava. Estuvimos hablando bastante para el año que viene hacer bien las cosas... No es que se hayan hecho mal (NdeR: Nalbandian declaró eso al regresar de Eslovaquia). Nadie hace las cosas para mal queriendo. Todo lo que se intenta es para mejor. Pero por ahí cambiar algunas cositas y seguir la comunicación que tenemos entre todos, que es fundamental. Haber hecho semifinal fue positivo, pero a nosotros lo único que nos sirve es final o campeón. Semifinal no. Te deja caliente porque estuviste ahí. —¿Qué faltó o falta? —Todo depende mucho del sorteo, la superficie, el día de cada jugador... Fijate que fuimos a Eslovaquia con un equipazo en ranking y de repente nos encontramos con un doble que nadie tenía en cuenta. Jamás imaginé que Beck y Mertinak jugarían así. Sus tres hombres rindieron en el mejor nivel. Igual, nosotros vamos por buen camino. —¿Qué cosas se hablaron en aquella reunión del equipo? —Estábamos todos, hablamos todos, ahora no recuerdo puntualmente qué se planteó. Cada uno dio sus opiniones. Recuerdo que fue una reunión muy positiva, con buenas intenciones. No tengo años de Copa, pero no sé si es habitual juntarse tras una derrota para pensar en el año siguiente. Lo que se hizo fue para el bien del equipo. Se te pueden escapar detalles... —¿Por ejemplo? —Una de las cosas que se hablaron fue si valía la pena ir a jugar un torneo antes de una serie o estar todos juntos. Todo se analizó de la mejor manera. Es muy difícil entre seis, siete u ocho personas ponerse de acuerdo y que todos estén felices. Siempre hay uno que piensa diferente. Por eso es importante escuchar las opiniones de todos y no quedarse con la de uno. Después, el capitán tendrá la última palabra para decidir qué hacer. —En Eslovaquia te sumaste más tarde al resto del equipo porque llegaste a la final de China. ¿Eso perjudicó tu adaptación a la superficie? —Eso solo no te garantiza un triunfo. Repito: ¿Viste cómo jugaron ellos? Yo te puedo decir en lo personal: no me arrepiento porque hablé con Luli Mancini y necesitaba ir a China y jugar partidos porque no me había quedado buena sensación del US Open, más allá de que hice cuartos. En China, haberle ganado a Youzhny un partido duro y en semi a Johansson, luego de haber levantado match points en contra, me sirvió. Y llegué diferente a Eslovaquia. Pienso que si hubiera ido directo del US Open a Eslovaquia, habría jugado peor de lo que pude dar. Nunca se sabe cómo se dan las cosas. Por ahí yo ganaba el partido con Hrbaty y después me equivocaba en la final. Es bueno analizar los casos de cada uno. —O sea: preferiste sacrificar días de adaptación a la carpeta eslovaca para levantar en lo anímico. —Claro. Uno hace todo de buena fe. Fijate que en Roland Garros le dije a Luli: "Para ir a Australia estoy. Sé que hoy no entro en los singlistas titulares porque están Nalbandian y Cañas, que son mejores. Voy igual". Y no me importaban los torneos de polvo que había en esa época. Para mí era importante sumar por el Masters y porque me jugaba muchos puntos. Entonces fui a Wimbledon a preparar el césped. Lo que hice en Eslovaquia fue pensando en lo mejor para mí y para el equipo. —¿Cómo quedó el panorama en el equipo para el 2006? —Se verá la situación y la confianza de cada uno y habrá que charlar entre todos, no sólo con el capitán, y por qué no tener opiniones de otros jugadores. —Gaudio dijo en una nota que aún había una deuda en el rubro sacrificar objetivos personales en función del equipo. —Respeto la opinión de cada uno. Es muy importante para el equipo Gastón, pero... Se dejaron cosas de lado. Todos lo hicimos. A Eslovaquia, Puerta fue sin saber siquiera que iba a jugar el doble. Yo, al menos, tenía chance de estar el último día. Contra República Checa igual. Yo terminé la gira indoor y tenía invitación para ir a Acapulco. —¿Entonces creés que los esfuerzos individuales se hicieron y se hacen? —Eso está recontraclaro. Hasta garantías se resignaron. Todo para el bien del equipo. Es muy difícil conformar a todos en un grupo. Por ahí lo que yo estoy diciendo no es compartido por otro jugador del equipo o por el capitán. Es bueno hablar todos y sacar lo mejor. Una vez que se decide algo, darle para adelante sin dudas. Fue muy positivo lo que se logró este año: la unión, la comunicación, la reunión después de haber perdido. —¿Y ese rumor permanente de la mala relación y peleas entre algunos de ustedes? ¿Es real? ¿Te molesta? —Eso va a pasar siempre. En el tenis no hay muchos amigos, grandes amigos, como se dice. Hay buenas relaciones, de respeto. En la Davis hay una onda impresionante porque todos tiramos para el mismo lado. Después, en el circuito, es difícil juntarse a comer y mantener la misma unión. En la Davis, las peleas y las boludeces se dejan de lado. Cuando uno va por el equipo, va para adelante. Si tiene que entrenarse con alguien que no le cae bien, lo hace. Se comparte la mesa, todo. Ya somos grandes. Puede no haber coincidencia de pensamiento, pero nunca hubo un roce, una pelea, nunca pasó nada raro. Por lo menos cuando yo estuve. —¿Por qué se habla tanto de ese tema entonces? —Uno ve de quién vienen los comentarios y les da importancia o no. Lo que no ayuda es para la gente que no está metida en el ambiente y no maneja lo que pasa. Si no hay buena relación o hay mala onda, los periodistas que siguen esto se dan cuenta enseguida y lo dicen. Mientras yo estuve, no pasó nada. —¿Se puede ganar la Copa sin un grupo unido? —La unión ayuda mucho. Porque la mala onda arruina la sintonía general. Eso no ayuda para nada. Cuando se juega Copa Davis la mentalidad de todos es diferente, se abre, y todos tiran para el mismo lado. No podés estar mal con un tipo que convivís una semana. No podés negarle el saludo. —Después de la semifinal 2005, ¿Argentina está más cerca de ganar la Copa? —Este año mismo estuvimos cerca. Hay que ver. Ahora, si le ganamos a Suecia acá, que somos candidatos y hay que ganar, debemos ir al indoor rapidísimo de Croacia, el último campeón. Depende mucho. Si este año teníamos a Eslovaquia o Croacia de locales, no se nos escapaba ni locos. Ojalá que podamos pasar Suecia, Croacia y eso ya será un paso importante.

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