19.12.05
Va sobre ruedas
¿Quién para a Nalbandian? Anoche derrotó a Calleri en tres sets, obtuvo la Copa Argentina y estiró su racha ganadora. De yapa, otra vez se fue con auto nuevo.
Ni los remolinos de viento, el mini-Katrina que azotó la cancha central del Lawn Tennis Club, pudieron frenar al huracán en el que se transformó David Nalbandian en la última parte del año. El unquillense sumó, en la Copa Argentina, su tercer torneo exhibición seguido, luego del Luna Park y el cuadrangular del Orfeo. En la finalísima cordobesa, el unquillense le ganó a Agustín Calleri, de Río Cuarto, por 3-6, 6-2 y 6-3, ante 5.000 personas que siguieron el último partido del año, la despedida de los muchachos del tenis hasta el 2006.
Si David tuviera la facultad de elegir un par de torneos a ganar, suponemos que se inclinaría por Wimbledon, Roland Garros o cualquier Grand Slam, la Copa Davis, el ATP de Buenos Aires... Pero, fierrero de alma, quizá marcaría aquellos campeonatos en los que el premio incluyera un auto. Los coches son su verdadera pasión, al punto que, con su amigo Marcos Ligato (corredor de rally), formó un equipo que prepara autos de competencia. Incluso deslizó que cuando cuelgue la raqueta posiblemente compita en el circuito mundial de rally, y hasta viajó a países como Australia o Chipre solamente para seguir a Ligato.
Este año pareció como si hubiera elegido a dedo: cada título que conquistó en el circuito regular le reportó un tremendo bote. En Munich, donde cortó una sequía de casi tres años sin festejos, se subió a un BMW Z4. En el Masters de Shanghai, luego del inolvidable triunfo ante Federer, fue el turno de un Mercedes CLK 350. Ayer, en el Masters nacional, que no forma parte del calendario ATP, se subió a un Peugeot 307 gris. "Estamos construyendo un taller, así que espero tener espacio suficiente", dijo sonriendo el mejor argentino.
Calleri, quien había perdido en el mismo escenario la final del ATP local hace tres temporadas, comenzó pegando lo fuerte que puede, ante un Nalbandian pasivo y sin reacción. "Se siente el haber comenzado esta semana con la pretemporada, de arrancar temprano a la mañana. Por ahí todavía estamos un poco duros", analizaría Nalbandian rato después. El Gordo quebró para servir 4-2 y aparecía motivado para el segundo capítulo. Cuatro games más tarde comenzaron los remolinos, flamearon los gigantescos postes de luz, volaron gorritos y sombreros, mientras que Pamela David, Julieta Prandi y la habitué Valeria Mazza buscaban abrigo. "El viento casi no nos dejó jugar, hubo muchos errores, fue malo para el espectáculo", admitió Nalbi. Calleri fue el más perjudicado, ya que no encontró la tirada de pelota ideal en el servicio y fue quebrado dos veces seguidas. La mayor precisión de David en los puntos clave decidió la final.
"Ganar en Buenos Aires siempre tiene un sabor especial, más por dónde se juega este torneo. La gente se porta genial, te mueve desde lo más profundo", comentó David, quien reactualizó su buen feeling con el público local luego de haber faltado al ATP de febrero (volverá el año próximo). Como deseo de fin de año pidió la Davis, se detuvo un segundo y reflexionó: "En estos momentos, mi familia es lo más importante. Sólo pido que todos estemos bien de salud porque el tenis en algún momento se va a acabar".
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