11.11.05

Shanghai está lista para un Masters espectacular

Una imponente ciudad de 20 millones de habitantes recibe a varios de los mejores del mundo. "Ojalá que este torneo lo gane un argentino", dijo Coria. Hay una niebla espesa que anuncia el invierno y que se acuesta en el medio de la ciudad. Y parece una ironía. Porque nada se mantiene quieto en Shanghai. Ni las costumbres milenarias ni las transformaciones que impone la era moderna. Ni el tránsito caótico ni los rascacielos que siguen subiendo. Nada se mantiene quieto en este enorme conglomerado de 20 millones de personas, la ciudad más grande del gigante asiático. No en vano la llaman Cabeza de Dragón, o la París del Este. Si hasta dicen los chinos: "Beijing fija las reglas, pero los comerciantes de Shanghai son los que facturan". Nació como una aldea de pescadores en la desembocadura del río Yangtze, frente a la unión del Gran Canal con el océano Pacífico, levemente al sur del mar Amarillo. Hoy, en la costanera del río Huangpu, se entrelazan mansedumbres remotas con bullicios descendientes de épocas de descontrol. Cuenta la historia que cada 19 de agosto se celebra el aniversario de su fundación, fechada en 1291 bajo la dinastía Yuan. Pero los siglos de tranquilidad le fueron dando paso al vértigo propio de un punto estratégico en el mundo moderno de los negocios. Marco Polo, es cierto, no llegó hasta Shanghai. Pero la ciudad igual se las arreglaría con el tiempo para trascender como un imán irresistible. La cuestión es que, después de la primera Guerra del Opio, en 1842, con el desembarco de los británicos (que llegaron a instalar aquí un cartel con la inscripción "no se aceptan perros ni chinos") se llenó de traficantes de drogas. Siguieron los franceses, los alemanes, los italianos, los estadounidenses y los japoneses. La mano de obra barata, la prostitución, la delincuencia y la adicción al opio dominaron la ciudad en las décadas de 1920 y 1930. Cuando llegó al poder el comunismo en 1949 limpió Shanghai y la transformó en un modelo de la revolución. Claro que al mismo tiempo se frenó la expansión económica. Pero en los últimos 35 años, con la llegada de varios políticos de la zona al poder central de Beijing, se reactivó este monstruo comercial y financiero, cabeza de un "dragón" que cobija 1.300 millones de habitantes. Y hasta aquí llegaron ayer Gastón Gaudio, David Nalbandian y Mariano Puerta. Guillermo Coria había sido el primero en arribar. "Contacto en Shanghai", bien podría sintetizarse, entonces, el encuentro de la banda de tenistas argentinos dispuestos a hacer historia en el Masters que arrancará el domingo desde las 13 hora local (11 horas menos allá, es decir las 2 de la mañana del mismo domingo en nuestro país). A partir del lunes los partidos, dos por día, se jugarán desde las 19 (las 8 de la mañana de ese mismo día en Buenos Aires). "Ojalá que este torneo lo gane un argentino", dijo Coria, que integrará el Grupo Rojo junto a Nalbandian, el croata Ivan Ljubicic y el número 1 del mundo, el suizo Roger Federer. En tanto, por el Grupo de Oro, Gaudio irá ante el español Rafael Nadal, el estadounidense Andre Agassi y el ruso Nikolay Davydenko. Mariano Puerta vino como primer suplente. "Igual —agregó Coria—, todo lo feliz que me pone que haya cuatro argentinos aquí no me hace olvidar que otro de mis compañeros, Willy Cañas, tendría que estar con nosotros". Cañas, suspendido por la ATP por un caso de dóping detectado en Acapulco en febrero de este año, fue como suplente al Masters del año pasado, en la ciudad estadounidense de Houston, donde sí actuaron Coria y Gaudio. Este año hay récord de argentinos en el Masters que cierra el circuito tenístico masculino. Nalbandian, Puerta, Gaudio y el entrenador de éste, Franco Davin, conocieron el resultado del sorteo en la escala en París. "No está fácil, pero quién te dice...", se escuchó. Tras lo cual siguieron jugando al poker chino, ideal para la ocasión.

No hay comentarios.: