22.9.05
Alberto Mancini:"Ser el capitán de este equipo es un privilegio"
Luli afirma que hoy la Argentina tiene tenistas fuera de serie y muy compenetrados en lo que hacen. Y ajusta la puesta a punto para el duelo ante Eslovaquia.
No lo hace cualquiera: el hombre está en pleno Bratislava con un mate entre las manos. Es uno de sus dos rituales en estos días en los que la vida lo puso en Eslovaquia. El otro es mirar. Mira tenis con ojos entrenados, con comprensión de experto. Y con tranquilidad irrompible: Alberto Mancini parece siempre en calma. Inclusive ahora, entre las callecitas clásicas de una ciudad en la que afronta su mayor desafío deportivo desde que no es tenista. El hombre del mate en la mano es el capitán del equipo argentino que intentará llegar a la final de la Copa Davis por segunda vez en la historia.
"No sé si será esta vez —dice Mancini, a cincuenta metros del río Danubio—, pero esta generación está en claras condiciones de ganar la Davis en algunas de las temporadas que vienen. Hay jugadores fuera de serie y están muy compenetrados con lo que hacen".
—Además de la alegría deportiva, ¿para qué le serviría al tenis argentino ganar la Copa Davis?
—Nosotros sentimos que el tenis ganó en popularidad en nuestro país, que tenemos un gran equipo, que los jugadores ganan partidos y torneos. Pero creo que para consolidar lo hecho hace falta todavía otro desarrollo en materia de apoyos. Creo que la Davis puede permitir, por ejemplo, que las empresas adviertan que es una actividad confiable para poner plata. Necesitamos más presupuesto para darle continuidad a esto, para sostener a los menores, para que haya recambio.
—Alguna vez, cuando eras chico, soñaste con ser un gran jugador y te diste el gusto. ¿Soñaste con ser capitán de Copa Davis y tener este desafío?
—Durante cierto tiempo, siempre sonaba mi nombre pero no era algo que me había propuesto especialmente. No me volvía loco ser capitán de la Davis. Pero me llamaron y realmente es un gusto tener este trabajo.
—¿Qué te genera ser el capitán del equipo de la Davis?
—Placer. Es un puesto que me gusta: con este grupo de jugadores, ser capitán es un privilegio.
—El capitán de Eslovaquia, Miloslav Mecir, lleva muchos años en su cargo. ¿Te gustaría que te pasara lo mismo?
—En la medida en que los jugadores se sientan bien conmigo, es un trabajo que me gusta hacer.
Mancini nació en Misiones hace 36 mayos, vivió y vive en Rosario, y sacó a pasear durante años una raqueta cargada de montones de golpes fabulosos que lo llevó a ser campeón de Montecarlo y de Roma en 1989. Algo de eso asombró ayer a Nalbandian cuando, en un peloteo compartido, recibió un derechazo fantástico de su capitán y terminó preguntando, con toda la curiosidad, cómo hacía ese golpe en sus tiempos de oro.
—¿Vos le hubieras ganado a Hrbaty, el principal rival de la Argentina en esta semifinal?
—Es difícil hacer comparaciones. Creo que podría haberle ganado. Pero es un jugador muy duro.
—¿Cómo es Hrbaty?
—Lo conozco mucho. Su rasgo principal es que juega con mucha intensidad. Siempre sigue, sigue, sigue. Su cabeza es muy fuerte. Más allá de las características de su tenis, es un gran competidor.
—¿Hacés como lo entrenadores de fútbol? ¿Mirás videos de los rivales?
—Sólo a veces, cuando no los conozco. Pero en los últimos años seguí muy de cerca el circuito y sé bien cómo juega la mayoría.
—¿Y Karol Beck, el que aparece como el otro rival en los individuales?
—Es alguien que en esta temporada tuvo buenos resultados y se adapta bien a esta superficie. Pero nosotros queremos llegar a la final de la Copa Davis y creo que tenemos una gran posibilidad.
Mancini no deja pasar ni uno solo de los mates que elabora con excelencia el masajista Gustavo Alvarez. Tampoco se saltea ninguna de las salidas chispeantes de Martín Rodríguez, uno de los tenistas que esta semana puso a prueba a Nalbandian y a Coria. Y, fundamentalmente, no se le escapa nada de lo que hacen sus jugadores.
—¿Cómo está Nalbandian, quien tendrá que jugar los individuales y el dobles?
—Está muy bien, muy metido, tomándole el tiempo a la cancha. Yo lo veo bárbaro.
—¿Y Coria?
—Está muy bien. Empezó un poco más tarde la adaptación a la cancha, pero sus respuestas son muy satisfactorias.
—Hoy, a casi nada de empezar la semifinal, ¿qué te preocupa?
—Antes de llegar, nuestra mayor preocupación era la cancha con la que nos íbamos a encontrar acá y los jugadores eslovacos, porque están acostumbrados a ella. Ahora diría que tenemos la atención fijada en nuestra puesta a punto. Nos preocupamos por nosotros.
Como para certificarlo, Mancini pisa la cancha del estadio Sibamac, observa de cerca a Nalbandian y a Coria, y les dice que están jugando bien. Después, sigue su tarea ocupando las dos manos. En una, aprieta una pelotita amarilla de tenis. En la otra, tiene el mate y, despacio, vuelve a tomar.
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