21.9.05

Guillermo Coria: "Estaba desesperado por estar acá"

Se ilusiona con un triunfo frente a Eslovaquia en la semifinal de la Davis. Dice que en el grupo hay una onda bárbara y que "extrañaba lo de compartir cosas en equipo". sa es la respuesta que Guillermo Coria entrega más rápido. Más rápido inclusive que el pique de cualquier pelota en una cancha veloz del corazón de Bratislava a la que le dedicó toda la mañana del martes, toda la tarde del martes y todos los sueños del martes. Esa respuesta sale así de rápida porque en ella cabe todo lo que le pasa a Coria en su primer día en Eslovaquia y, sobre todo, todo lo que ansía Coria en Eslovaquia. Esa respuesta: "Estaba desesperado por estar acá". —¿Por qué estabas desesperado? —Porque es increíble la posibilidad de ser parte de este grupo y de estar jugando la semifinal de la Copa Davis. Porque todos nos sentimos muy cómodos, porque entre nosotros hay una onda bárbara, porque estamos muy unidos y porque ya extrañaba esto que permite la Davis. —¿Qué es lo que extrañabas? —Acá tenemos algo que no nos da el circuito, el hecho de compartir cosas en equipo de una manera tan fuerte. Lo comentaba con algunos de mis compañeros durante unos cuantos de los últimos torneos. Decíamos que extrañábamos el clima que tuvimos en Australia, cuando nos clasificamos para esta semifinal, algo que realmente fue muy fuerte. Cuando llegué el lunes, cenamos, celebramos el cumpleaños de Mariano (Puerta) y sentí que nada había cambiado. Así que estar acá es un sueño. Coria charla entusiamado debajo del techo del estadio Sibamac, donde Argentina y Eslovaquia se cruzarán a partir del viernes. Es su primer día de acción tras haber llegado el lunes a la noche desde Beijing, donde el domingo perdió la final ante Rafael Nadal. Aún tiene alguna memoria de ese partido y de ese torneo: "Beijing fue una muy buena experiencia, porque me dio mucha confianza. Llegué a la final sobre una cancha muy veloz y con Nadal hicimos un primer set muy intenso. Después, no quise forzar y él me ganó con facilidad". —¿Jugar en China no te quitó tiempo para acomodarte a la cancha donde se va a jugar la semifinal? —No, para nada. A cualquier torneo, nosotros llegamos con tres días de anticipación y acá tengo cuatro. Además, yo me había ido sin toda la seguridad del Abierto de los Estados Unidos, a pesar del partido que le gané en los octavos de final a Nicolás Massú. En cambio, ganarle a Youznhy y a Johansson en China me quitó preocupación, me vino muy bien. A unos metros, la cancha de la semifinal, mil veces mencionada en los últimos días porque no se parece a muchas otras, parece hacer un guiño. Coria, que corrió, pegó y reconoció el territorio enfrentando en doble turno al cordobés Martín Rodríguez, mira esa superficie con los ojos abiertos: "No hay que preocuparse tanto. Lo que hay que hacer es tratar de adaptarse. Me imaginaba jugar sobre algo bastante más rápido. Además, si ellos venían a Buenos Aires les hubiéramos puesto una cancha bien pesada". —Ahora desde adentro, en el lugar donde va a ocurrir todo, ¿cómo ves la semifinal? —Va a ser muy difícil y sabemos que podemos ganar o perder. Ellos tienen a Hrbaty, que es un jugador muy duro, como lo era Lleyton Hewitt en Australia, aunque no con todos los antecedentes de Hewitt. Respetamos bastante a Eslovaquia y vamos a ir con humildad y con confianza. —¿Vas a cambiar cosas de tu juego por las características de la cancha? —La estrategia la voy a hablar con Mancini, pero estuve trabajando mucho mi saque y veo que es una cancha que obliga a jugar más plano y, quizás, a ir más a la red. Ya lo veremos. Ya verá Coria los detalles de su planteo para enfrentar a los eslovacos Karol Beck y Dominik Hrbaty. Lo que está claro es que para otros eslovacos, más jóvenes y menos desarrollados en el tenis que Beck y Hrbaty, el argentino ya es un ganador. En cada momento en que queda a la vista, se le arriman chicos desde todas partes. "Es muy lindo y parece increíble —se asombra— que chicos de lugares tan lejanos me pidan autógrafos. Lo vivo con mucha alegría, igual que me ocurrió en China". —¿Qué te hace sentir el hecho de jugar en un lugar tan infrecuente como Eslovaquia? —Me interesaba especialmente venir alguna vez a Eslovaquia por una historia personal. Conocí a Carla, mi mujer, cuando Eslovaquia vino a jugar la Davis a Buenos Aires en 1998; así que tengo asociado este país a mi vida. Por lo que vi hasta ahora, Bratislava es un lugar lindo, chiquito y bastante particular. Bastante singular también Coria, que cierra sus raquetazos del martes con un elocuente "hoy me fui feliz de la cancha". Naturalmente, apuesta por más felicidad. —¿Cómo imaginás tu vida del domingo a la tarde? —Ojalá que tranquilo, relajado, con la victoria del equipo asegurada. Pero si no es así, porque esto no es fácil, será bueno estar peleando por el punto que nos dé la clasificación. Luego queda tiempo para que repita la palabra "feliz" y también la palabra "sueño". Ya no dice "desesperado". Ya está Guillermo Coria exactamente donde quería estar.

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