6.9.05
El nuevo niño terrible del tenis mundial
A varios de sus colegas no les caen nada simpáticas las actitudes del argentino dentro de la cancha. Grita los puntos con bronca e incluso insulta abiertamente a quien tiene enfrente. “Son cosas de los partidos”, se excusa el Mago.
Tarde de calor. Clima de Copa Davis, duelo de hinchada incluido. Y Guillermo Coria, una vez más, en el centro de la polémica. No justamente por su juego, más bien por su carácter. No es la primera vez que le ocurre y sus actitudes lo pueden llevar a transformarse en el niño malo del tenis. Su estilo canchero y protestón nos hace recordar a ese gran jugador que fue John Mc Enroe.
El estadounidense siempre dijo que para ser número uno del mundo hay que ser egoísta, que este deporte individual requiere de una mentalidad muy fuerte. Y alguna vez dijo verse reflejado en El Mago, quien parece heredar ese carácter irascible.
Ayer fue Nicolás Massú. El sábado, el sueco Soderling. Pero antes habían sido Gastón Gaudio, Andre Agassi, Lleyton Hewitt, Luis Horna y la lista continúa. Todos tuvieron algún cruce con el tenista argentino.
Pero ayer fue el colmo. El chileno lo increpó en un cambio de lado y debió ingresar el supervisor para que el tema no pasara a mayores. El Mago hacía gestos y hasta llegó a “dedicarle” un punto, con insulto incluido. “Me molestó una actitud suya, hay que ver si él está tranquilo”, comentó ofuscado el chileno.
Pero siempre, después del entredicho, de la agresividad, vienen las las disculpas, el perdón y la autocrítica del tenista argentino: “Fue un error mío haber entrado en su juego, pero después le dije que se metiera en lo suyo. Pero no pasó nada más”, dijo en la conferencia de prensa Willy bajando los decibeles a esta nueva discusión, y van...
Estas reacciones de Coria son, muchas veces, parte de una táctica. Cuando las cosas no salen como él pretende, protesta, gesticula, pone nervioso al rival, “ensucia” la cancha. Necesita agregar a su tenis lujoso, una dosis futbolera. Le gusta recibir aliento, festejar cada tanto y al término del partido arrodillarse como su idolo, Marcelo Salas.
Por suerte, ayer, se dedicó a jugar y, con garra, supo dar vuelta un partido complicado. Sería bueno que aprenda a controlar su bronca y la transforme positivamente para llegar a ser número uno.
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